¿Apruebas o aprendes? Educar en tiempos del Covid-19

El pasado 15 de abril de 2020, la ministra de educación Isabel Celaá, que también fue consejera de educación del Gobierno Vasco, desveló las líneas maestras del acuerdo para la finalización del curso 2019-20, como consecuencia de la crisis generada por el Covid-19.

A falta de que las Comunidades Autónomas lo apliquen cada una con arreglo a las competencias que le han sido transferidas, este documento de consenso puede resumirse en los siguientes puntos:

• El curso finalizará en su fecha prevista, a finales de junio.

• Los alumnos y alumnas deberán promocionar salvo excepciones, en cuyo caso se deberá presentar un informe detallado de los motivos y las áreas competenciales a desarrollar en el curso siguiente, así como un plan pormenorizado de recuperación.

• La evaluación seguirá su curso, de manera que, tal y como marca el real decreto educación, se haga de forma continua, comprensiva, formativa y con carácter diagnóstico. Es decir, que se debe informar a los alumnos y alumnas en qué punto se sitúan en cada una de las competencias.

• Los meses que quedan hasta finalizar el curso se deberán utilizar para afianzar y desarrollar las competencias esenciales del aprendizaje de forma transversal.

• Queda abierta la posibilidad de que los centros habiliten, de forma voluntaria, actividades de refuerzo para alumnos y alumnas en el mes de julio.

• El bienestar de niños y niñas es prioritario y es obligación de los centros y docentes el acompañamiento emocional del alumnado en estos momentos difíciles.

La crisis del Covid-19 nos ha situado a todas en un contexto desconocido para nuestra generación. Nunca hemos vivido una situación así y los cambios a los que nos vemos obligados sin duda tiene un efecto enorme en nuestra vida. Por supuesto también en la manera en la que nuestros niños y niñas aprenden. Se pone de manifiesto en estas líneas generales del acuerdo que presenta el Ministerio de Educación, que la educación por competencias transversales no es una opción de los centros o los y las docentes. Es un imperativo legal que debiera estar aplicándose en todos los colegios.

Evaluar no es calificar
Es evidente que calificar al alumnado con un examen presencial y que esa nota defina sus conocimientos no es deseable, pero ahora, por la fuerza de los hechos, tampoco es posible. Por nuestra parte, todo lo arriba indicado no es más que la constatación de que, la manera de trabajar de Osotu no sólo es la adecuada sino la necesaria, tanto antes de esta crisis como durante de ella.
Las directives del Ministerio, a la espera de comprobar cómo se trasladan a la Comunidad Autónoma Vasca, no suponen para Osotu ningún cambio en su forma de crear contenidos, proponer proyectos y tareas o apoyar a nuestros chicos y chicas. La manera en la que se solicita evaluar al alumnado es la manera en la que Osotu elabora sus informes, como ya sabéis. Para nosotras no es nada nuevo. Lo hemos dicho muchas veces, no es un invento de Osotu. Es lo que marca la la Ley.

Por eso cuando en su comparecencia varios periodistas preguntaron a la ministra y sus colaboradores sobre “el aprobado”, ella volvió a hablar de evaluación continua, formativa y diagnóstica. Por supuesto la mayoría desconocía la diferencia. La diferencia es que mientras la nota califica y no aporta ninguna información más sobre lo que el el niño o la niñas debe desarrollar (un 5 cómo ayuda a saber qué sabe o qué no sabe una persona) La evaluación crea un mapa sobre el conocimiento del alumno o alumna y que le ayuda a saber por dónde caminar. Es la diferencia que hay entre aprobar y aprender. En palabras de Francisco Giner de los Rios, “o educación o exámenes”.

About the author: Aitor Baltziskueta